Entre volcanes, inundaciones, ataques de ansiedad y otros fenómenos meteorológicos, por fin llegamos al 31 de octubre. Y menos mal, porque no sé vosotros, pero esta “vuelta a la rutina” ha sido más terrorífica que nunca.
Para mi Halloween es especial. Las fiestas de disfraces, las calles oscuras, las pelis de miedo y el tonteo con el más allá, siempre han sido una debilidad. Después de un año entero dejándonos llevar por el cinismo y el hastío de un futuro poco prometedor, de repente, todo parece ponerse en pausa para disfrutar de la noche que nos conecta con lo sobrenatural. Pero no para todos tiene este matiz, ni espiritual ni fiestero, y solo representa una mera excusa capitalista para aumentar el consumo durante esta época del año. Para aquellos que así lo consideren y para cualquier otro que quiera re-imaginar esta fiesta, os invito a bucear entre sus distintos significados. Para ello, lo primero es entender Halloween como un frankenstein de tradiciones. En los inicios de conmemorar este día otoñal se encuentran en la festividad celta del Samaín, que simbolizaba la muerte del verano y el inicio del nuevo año. Se llevaba a cargo a manos de la clase sacerdotal celta, los Druidas, quienes poseían “infinita sabiduría y perfecta armonía con los ciclos de la tierra” Posteriormente, los Romanos, con su infinito afán de copiar y adaptar, decidieron que el uno de noviembre también sería especial para ellos. En concreto, honrarían a Pomona, diosa de las huertas y los frutos, y darían gracias por la cosecha recibida. He aquí la primeriza relación de distintas frutas con Halloween que perdurarán a través de los años. Desde la leyenda de Jack O’ Lantern (s.XIX), condenado a vagar de por vida por el purgatorio con la única ayuda de una linterna improvisada con una calabaza, hasta los míticos juegos de “pescar la manzana”. Además, los frutos empezarán a tener una estrecha relación con la adivinación. Pero si estas fiestas las consideras absurdas paganidades, no te preocupes, la Iglesia Católica pensaba lo mismo y en el s.V, con la misión de San Patricio de convertir Irlanda al cristianismo, redefiniría en fondo y forma todas las fiestas locales. Aún así, no sería hasta el s.IX que nació el Día de Todos los santos a manos de Gregorio IV para honrar a los difuntos y recordar a las almas que cumplían penitencia en el purgatorio que se unieran a la oración por su liberación y descanso eterno. Lo curioso es que, el apego a las fiestas pre-cristianas haría llevar al pie de la letra las devociones cristianas. Por lo tanto, aquel devocionario que terminaba con “concédeles (esta noche) el paso de la muerte a la vida” en vez de entenderlo como la muerte siendo el purgatorio y la vida el paso al cielo, se convertiría en un resurgimiento literal de los muertos. Durante el Renacimiento se perfeccionarían las fiestas de máscaras y disfraces pero sería ya en los siglos XVII, XVIII y XIX, con la llegada de los irlandeses al Nuevo Continente, cuando se empezase a consolidar el Halloween norteamericano que todos tenemos en mente. Las bromas de duendes y trasgos iniciaron el “truco o trato” pero, a partir de entonces, ha sido la cultura y la situación socio-política del mundo (sobretodo de la cultura norteamericana) lo que ha ido moldeando Halloween. Diferentes eras como la obsesión por Tutankamón en 1924 o el éxito de Drácula a raíz de la Gran Depresión, la llegada de Roosevelt a la presidencia y la influencia del Jazz y Houdini en fantasmas clásicos han ido definiendo los disfraces más populares. En los últimos años, caretas de Trump se mezclan con antihéroes como el Joker o Harley Quinn y con trajes de los protagonistas del terror de los años 80. Como dice David J. Sakl en su libro sobre Halloween: “En las últimas décadas, los mandos de la máquina de Halloween han quedado firmemente a manos de los baby boomers, una generación caracterizada por su notoria reticencia a renunciar a los elementos que forjaron su infancia." Así que, por favor, boomers, zoomers, señores mayores o tiktokers, vamos a tratar de afrontar esta celebración con la ironía que más nos caracteriza explorando todas sus caras posibles y luchando contra sus afanes consumistas. Elijamos con consciencia que queremos conmemorar esta noche y sumerjámonos con ello en los rincones más tenebrosos del alma humana. Termino de escribir a las 23:51. Hoy 31 de octubre en Madrid. Faltan cuatro días para la luna nueva, hace 17 grados y pronostican lluvias para el resto de la noche. Mi consejo es que si salís de fiesta tengáis cuidado con los caramelos que aceptéis. Evitad cementerios y casas abandonadas y no os olvidéis de decorar vuestros hogares con calabazas iluminadas. Yo estaré a oscuras, me duele bastante la cabeza. O igual tengo que ir al oculista. Me huele a ajo toda la casa… Qué desgradable…. Feliz Jábolin, grupo. Lu Madrid, a 31 de octubre de 2021
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AutorLucía González Undari Archives
February 2022
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