Os dejo un pequeño trabajo que hice para el instituto en 2017. Me apetecía tenerlo por aquí. -L Una divertida Uma Thurman tonteando en el salón, un prometedor Jared Leto empeñando una televisión o un joven Ewan McGregor tirado en el suelo puede ser lo único que conozca mi generación acerca de una de las drogas más perjudiciales que existen: se trata de la Heroína, también conocida como “caballo” o “dama blanca”. Pero, ¿Qué es realmente aquel polvo blanco que nos hemos acostumbrado a ver en la gran pantalla?
Para entender su presencia y constancia hay que, primero, entender a la droga en sí. La Heroína es un derivado semisintético de la morfina; ambas forman parte de las drogas depresoras del Sistema Nervioso Central extraídas del opio, llamadas opiáceas. Son denominadas recreativas por sus efectos euforiantes, analgésicos ( supresores del dolor ), hipnóticos ( con capacidad para producir sueño ) y sedantes. La heroína fue en un primer lugar fabricado y comercializado a finales del siglo XIX y principios del XX para fines médicos como sedante para la tos y sustituto de la morfina. En poco tiempo se vio que superaba enormemente a la morfina en términos de adicción produciendo una fuerte dependencia física y psicológica (convirtiéndose en una de las drogas más peligrosas) y empezó un largo proceso de prohibición a lo largo de todo el mundo. La droga se distribuye en forma de polvos blancos o marrones, dependiendo de su pureza, y se consume principalmente a través de la inyección o esnifada. Sus efectos más inmediatos son una súbita sensación de placer, completa euforia y sedación total con ausencia de cualquier malestar psíquico que dura entre dos y tres horas. Físicamente produce una disminución del tamaño de las pupilas y una ralentización de la respiración. A largo plazo, una vez desarrollada la tolerancia y la dependencia encontramos alteraciones psicológicas como la apatía o la depresión; alteraciones en el sistema nervioso con trastornos de atención, memoria e insomnio; e incluso alteraciones cardiovasculares y digestivas. Una vez dicho esto, ha de ser remarcado su trasfondo sociocultural. Hablamos de una droga que comenzó de la manera más noble posible, a manos de la gran farmacéutica Bayer acompañada de campañas promoviendo una euforia más intensa y más estimulante que su predecesora, la morfina. A comienzos del siglo XX se llegó a distribuir de manera gratuita para, irónicamente, desintoxicar a adictos a la morfina. Pero poco duró ésta insensata ilusión. Con el primer año desde su salida al mercado llegaron los primeros adictos y aún así, pasarían alrededor de 15 años hasta que Bayern la retirara del mercado. Fue finalmente en 1924 cuando la Heroína pasó a ser completamente ilegal sin ningún tipo de excepción. A pesar de esto, la expansión fue inevitable e incluso habrá que esperar hasta 1971 para que en algunos países como Alemania se dejara de comercializar libremente a través de farmacias. Con la llegada de la II Guerra Mundial el tráfico en EEUU fue prácticamente eliminado y el culmen para EEUU se alcanzará ya con la llegada en 1969 del presidente Nixon y su campaña de “guerra contra las drogas” y la creación del DEA (La Administración para el Control de Drogas). Es en ésta década de los 60 marcada por el movimiento Hippie dónde se desarrolla un fuerte contraste con respecto a Europa. La diferencia es apreciable sobre todo en 1968 dónde se vive en EEUU el máximo apogeo del fenómeno Woodstock: la despreocupación, el sexo y las drogas, sobre todo el ácido; frente a un Mayo del 68 que se vive en Europa como una revolución del proletariado y un desarrollo de la cultura underground donde entra en juego, de nuevo, la dama blanca. Tras la muerte de Franco, a partir del 1976 se inicia un camino hacia la década de los 80 que se vivirá en España de manera agridulce: se respiraba una atmósfera de completa libertad donde “todo vale” y movimientos como la movida madrileña de la mano de la llamada “la generación perdida” donde los jóvenes caían en el abismo de las drogas. Lo cierto es que la heroína se convirtió en una epidemia con cifras desorbitadas que rondaban los 8000 heroinómanos por todo el país. Fue “un auténtico drama social que conmocionó a la España de la época” según cuenta un reportaje de rtve. El alto incremento de criminalidad es asociado por la policía al consumo de drogas y la respuesta por parte del gobierno no llegaría hasta 1985 con el Plan Nacional sobre drogas. Ésta sociedad está perfectamente reflejada en la película española tan polémica para la crítica y aclamada por el público, El Pico, dirigida por Eloy de la Iglesia en 1983. Y, cito textualmente “Películas como El pico retratan a la perfección esta epidemia que se cebó en barrios obreros masificados y en los que la juventud no tenía ningún futuro por la crisis económica, y donde muchos de los protagonistas de estas películas murieron por su adicción a esta droga.” Es “La historia de dos chavales bilbaínos, ambos hijos de representantes políticos, que caen casi sin darse cuenta en la heroína es la retrato más cercano, realista y doloroso que se ha hecho en España sobre la drogodependencia. Un elaborado montaje de sexo, drogas y política que representa sin edulcorantes la cara más oscura, y por desgracia no tan marginal, de la juventud española.” Contamos además en youtube con un precioso coloquio entre uno de los protagonistas de la historia, el director y un aclamado filósofo, que años más tarde nos dan su visión sobre la creación de una obra tan impactante para una sociedad, nunca mejor dicho, necesitada de una dosis de realidad. (Haré posteriormente apología a éste coloquio). Entre palabras avanzamos en el tiempo y nos movemos desde la mitad de la década de los 80 hasta entrar de lleno los 90. El consumo mundial se estanca y empieza a descender fuertemente. Los motivos fueron la parición del SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual que se transmitían entre los consumidores a causa de compartir las jeringuillas y producían un gran miedo y rechazo a los posibles interesados. La lucha cada vez es mayor e incluso se empieza una distribución gratuita de metadona (fármaco utilizado para el tratamiento de la adicción a la heroína). Además, nace una nueva concepción del consumo de drogas. Cómo bien comentan en el previamente mencionado coloquio, se relaciona ésta nueva visión con el movimiento Grunge que se desarrolla por aquel entonces en Seattle, EEUU. Con grupos de música como Nirvana o Pearl Jam e ídolos cómo Kurt Cobain, con una gran adicción a la heroína, “asociamos el consumo con ganadores en vez de perdedores”, y se abandona la relación del consumo con malestar, cambia la percepción. El tema deja de ser tabú en la sociedad. El cine como máxima expresión cultural, abraza las nuevas oportunidades y nacen títulos que hoy en día valoramos cómo cine de culto e incorporamos sin ningún pudor a nuestras conversaciones diarias. En 1994 Tarantino crea una de sus mayores obras, Pulp Fiction, dónde una de nuestras protagonistas Mia Wallace esnifa, pensando que era cocaína, heroína provocándole una, casi mortal, sobredosis. En 1996 llega de manera comercial Trainspotting de Danny Boyle, que conforma, de una manera más completa “uno de los mejores acercamientos sobre el tema y un título que marcó a toda una generación de espectadores.” Finalmente, en 2000, tenemos Requiem por un sueño de Darren Aronofsky basada en la novela homónima de 1978, que se aproxima de forma más realista a la dura realidad de una adicción que puede acabar con la vida de una persona. La Heroína ha estado presente en muchas generaciones desde su aparición. Con éste recorrido a través de su historia quería entender y resaltar su impacto a través de los tiempos y cómo hemos llegado a tener un tan amplio y buen catalogo de películas sobre ello. Cómo hemos llegado incluso a perderle el miedo aunque no el respeto. Bibliografía
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AutorLucía González Undari Archives
February 2022
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